La mujer se alejó del bosque.
Allí había volado sobre el azufre de las coníferas
Cavado las tumbas de las semillas viejas
Había bebido a cuatro patas en el arroyo
y copulado con los mastines del amo
En el centro del Bosque
geostáticamente localizada por las mujeres del pueblo
Allí ingirió hongos hasta convertirse en piedra
Fósil de cuentos y maitines
Lazo rojo en las cunas de los bebés muertos
Habló con Dios hurgando en la tierra de soledades
Pintó helechos, sus fosas, en pieles de murciélago incineradas
Se tatuó una abeja en su pecho cíclope
Y sintió miedo sólo durante el día
La mujer se alejó del bosque
arrastrando los pies con agujas trenzadas
En la ciudad siguió caminando...
Semáforos con copa y sin raíces
Animales con gafas, plantas de cuatro tallos
Cada día amanecía seis veces
Seis veces mojaba su cuerpo bajo la ducha
y se torutaba los tobillos con un punzón
y entre los dedos llevaba siempre el filo de una lata
Seis veces cambiaba su vestido, sus botas, sus medias
Seis veces se maquillaba.
En el espejo, sólo agua: condensación de vacíos
La raya de los labios, negra, dura, límite del tiempo
Seis veces se peinaba con sumo cuidado
La mujer que abandonó el bosque no encontró al hombre en la ciudad
Por Alicia Martínez
Foto: Román Porras
Bravo!
ResponderEliminarMuy muy muy muy bueno el texto, Alicia.
¿cuántas veces habremos de ir del bosque a la ciudad? y por seis o nueve veces buscarnos sin hallarnos...siempre quedará regresar a la espesura.
ResponderEliminarimagen poderosa del inconsciente, ese bosque, la mujer y la tumba de los niños muertos, la mujer que sólo allí hablará con Dios.
me gusta, ali, este poema que aúlla.